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BASÍLICA DE SANTA MARÍA DE LOS REALES ALCÁZARES. 

Por Juan Ángel López Barrionuevo

El primer impacto lo da la plaza Vázquez de Molina, con sus edificios; como el palacio De Las Cadenas que, con el mismo estilo renacentista, se hace 'eco' de la portada de la colegiata. Ya fijándonos en la fachada del templo, se descubren imágenes delicadas de la adoración de los pastores, y la puerta, la de la Consolada, es tan querida por los ubetenses porque por ella sale la cofradía cada Viernes Santo. Una vez dentro, tras traspasar su hermoso claustro gótico, avanzamos hacia la cabecera: el artesonado que cubre nuestras cabezas es de madera; es una restauración e imita la techumbre original, mudéjar, con sus entramados geométricos evocando los tiempos en los que el templo fue mezquita. Caminamos por la nave principal, separada de las demás por arcos ojivales sobre columnas, que dan cuenta del gótico. Al llegar al altar mayor con Cúpula Barroca, nos recibe la talla de un Cristo crucificado, el de los 'Cuatro Clavos', gótico pero de torsión manierista. Una imagen muy potente. Si giramos la cabeza, hacia las capillas, vemos que los retablos  y rejas también son renacentistas  y muy coloridos.

HERMANDAD Y COFRADÍA DE NAZARENOS DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA.  CAPILLA, ESTUDIO HISTÓRICO ARTÍSTICO.

Al final de la Edad Media el ritual en torno a la muerte alcanzó un gran desarrollo a través de la majestuosidad de los sepulcros y de las capillas e iglesias funerarias. Durante el siglo XV, este fenómeno dio lugar a la realización de construcciones de carácter funerario, tanto con el lenguaje clásico del Renacimiento como con las formas del gótico desarrollando un proceso constructivo que continuará en la centuria siguiente. La razón de esta arquitectura funeraria. Se halla íntimamente unida con las nuevas ideas de autoridad, perpetuidad y representación. 

Para la aristocracia, la idea de la muerte no se oculta. Se hace ostensible, sugiriendo la fortuna que espera al personaje al traspasar el umbral de la vida. El sepulcro es la presencia figurada de la aristocracia que genera la necesidad de un espacio propio, de una escenografía de la inmortalidad, que definen la capilla funeraria. La parte funeraria podría realizarse  construyendo una capilla en una iglesia o catedral. 

Las Capillas fundacionales en iglesias no es ningún fenómeno de carácter local, responde a ciertos  deseos de afirmar un estamento social, crear un enterramiento, movidos por una profunda religiosidad dotadas de capellanes, obras artísticas y rentas.

Las Capillas funerarias en los templos de nuestra geografía española dan un sabor especial a estos, añaden espacios, sin sumarse al espacio del recinto. Así, la arquitectura religiosa española ha compartido, el espacio, por medio de rejas, que impide el paso, pero invita a ser traspasada. Sirven de cierre, de retablo, anuncia una propiedad funeraria, manifestando riquezas y poder. 

Altares, sepulcros, capillas y rejas, forman un tejido histórico en torno al altar que, como permanente oración a la que artífices dieron forma artística, nos recuerda permanentemente a los generosos donantes (reyes, príncipes, prelados, canónigos, nobles, mercaderes, gremios…)  que fundaron una capellanía, dotaron unos aniversarios, encargaron determinadas misas o pagaron cantidad de limosnas.

A cambio la iglesia colegial o catedral, les daba entierro en sus naves y claustro, asegurándoles su memoria en los aniversarios y días de difuntos, como benefactores que fueron del primer templo de la ciudad. Desde el siglo XV, la construcción de capillas funerarias monumentales en catedrales fue una práctica frecuente. Estas capillas, erigidas por nobles de elevado rango, se construyeron abiertas a la girola de una Catedral; por ejemplo…Se trataba pues, de espacios autónomos en relación con la iglesia o catedral aunque comunicados con ella. El pensamiento de construir capillas funerarias de carácter representativo decretó que algunas de estas capillas se convirtieran en el espacio más rico y noble del espacio sagrado.

En Úbeda la constitución y dotación de capillas funerarias es ya un fenómeno habitual desde el siglo XV. La adquisición de estas se hacía por medio de compra a la parroquia o convento, o bien por adquisición de un solar adyacente a la iglesia o claustro, comprometiéndose sus nuevos propietarios a labrar las mismas, mantenían el culto litúrgico mediante la dotación de las correspondientes capellanías y rentas.

En Santa María tenían su solar funerario apellidos como Cuevas (nada más y nada menos que su capilla mayor), Porcel, Baeza, Becerra, Aranda, Cazorla, Romano, Sagredo, Carvajal, Lope  Díaz, entre otros; Siendo este templo preferido por la nobleza local para fundar capillas, hasta tal punto que toda ella, incluido su claustro, aparece rodeada de tales construcciones.

En cuanto a la Capilla de Nuestra Señora de Gracia, esta se sitúa Segunda del lado del evangelio (lado norte). Obra posiblemente del siglo XVI, tiene sencillísima portada con arco apuntado y estuvo cerrada por reja de madera, hasta el año 1983.

Esta capilla fue lugar de enterramiento de la familia aristocrática Lope Díaz. Presenta un vano de acceso apuntado con arquivoltas y capitel corrido de cardina en la imposta. De planta cuadrada, se cubre con bóveda de tercelete decorándose los claves de sus gruesos nervios con florones de cardina y sus capiteles de heráldica. En el muro derecho, hay una hornacina con arco apuntado, donde antaño estaría el sepulcro nobiliario de Lope Díaz, cuyos escudos heráldicos aún se conservan, en los capiteles de la bóveda. Tales escudos, así como importantes obras, se llevaron a cabo, según Ruiz Prieto, en 1614 al pasar a D. Lope Díaz la capilla a su patronazgo.  En cuanto a la ventana de la Capilla, es una delicada construcción gótica geminada con parteluz.

SIMBOLOGÍA EN LA PORTADA DE LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES Y DE LA CONSOLADA

SIMBOLOGÍA EN LA PORTADA DE LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES.

Tanto Antonio Almagro, como Joaquín Montes, nos sugieren cuál es el sentido simbólico de esta portada, construida en el siglo XVII: “…se trata en realidad de la culminación del programa iconográfico marianista y concepcionista que preside toda la fachada: imagen de la Inmaculada, relieve del Nacimiento de Cristo y de la Adoración de los Pastores, jarros de azucenas y profetas con profecías marianas: mujer aplastando la cabeza a la serpiente –Moisés- y doncella concibiendo y dando a luz un hijo –Isaías-…”

La figura del medallón con representación de Dios Padre, cierra el conjunto de la portada y lo corona simbólicamente.

JACULATORÍA A LA VIRGEN MARÍA

Barranco Delgado, nos apunta: “…De la siguiente frase dedicada a la Virgen María no podemos aportar ninguna fotografía, por motivo de hallarse las palabras que la integran repartidas entre los cuatro pedestales del segundo cuerpo de la fachada principal de la Iglesia; pero si diremos que su escritura es muy curiosa, debido a que las letras que la componen están entrelazadas unas con otras de un modo complicado. Antonio Almagro la describe así: “…INSIGNE HUYUS ECLESIAE CAPITULUM VOTO SE OBSTRIMXIT INMACULATAE PROPUGNADA. ANNO MDCXLV. MARÍA SATINSIMA SEÑORA NUESTRA, CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL…”

“…el Cabildo la mandó imprimir en sus sesión de 25 de noviembre de 1645 por el juramento hecho en defensa de la Inmaculada Concepción de María…”


SIMBOLOGÍA EN LA PUERTA DE LA CONSOLADA.

El mensaje simbólico de esta portada del siglo XVII, lo apunta otra vez Antonio Almagro, de esta manera: “…Pudiera interpretarse, a pesar de la advocación mariana de “La Consolada” (que como ya se explicó viene de lejos), más como un espacio iconográfico dedicado a la figura de Cristo y a la Iglesia que a la propia figura de la virgen, que solo aparece como madre del propio Cristo…”

“…Cristo se manifiesta en la hornacina central, en brazos de su Madre, y en la coronación, como Niño de Pasión, repitiéndose el tema ya presente en el enfrentado palacio del Marqués de Mancera, que fue morada de don Lope de Molina Valenzuela. Incluso las imágenes de San Juan Bautista y san Sebastián, que pudiera estar presentes por una simple cuestión de piedad popular, pudieran también estarlo por su condición de precursor del Mesías, del Agnus Dei, en el caso del Bautista, o de silla colocada sobre el caballo de la Iglesia para que cabalgue el caballero Jesucristo, en el caso de san Sebastián...”

“…La Iglesia por su parte, se manifestaría en los escudos episcopales y en la representación de la Fe y la Caridad, virtudes eclesiales (no podemos olvidar que la portada se realizara en plena efervescencia de la exaltación católica posterior al concilio de Trento) y de dos hombres de iglesia, como el propio obispo promotor y el canónigo Molina Valenzuela….”

Bibliografía Consultada:
Antonio Almagro García. Santa María De Los Reales Alcázares
Juan Barranco Delgado. Simbología En Las Calles De Úbeda.
Joaquín Montes Bardo: La Sacra Capilla de El Salvador.

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