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08 diciembre 2014

Hoy es el día de la Inmaculada

InmaculadaEn un insignificante y desconocido pueblecito de Nazaret, vivía una joven igualmente desconocida. Participaba de las costumbres, la idiosincrasia y las expectativas comunes. Era creyente. Y lo que Dios había dicho por boca de los profetas, Ella lo tomaba en serio. Como todos los creyentes de su pueblo, tenía la esperanza puesta en el gran Mesías prometido. Esperaba que la noticia de su llegada saltara en algún lugar importante. Jamás se había pensado como madre afortunada del mismo. Ella ni estaba casada, ni era nadie.

Por eso María, cuando Dios llega hasta ti, te turbas, el momento te desborda, piensas honradamente que no das la talla para el servicio que se te requiere; tú te sientes insignificante, con la clara visión de los humildes, y sabes que nunca éstos son escogidos por los hombres para grandes cosas. Pero en los planes de Dios se constituyen en maestros porque tienen grandes lecciones que enseñar.

Pero no, María. El ángel no se había equivocado de chica ni de pueblo. Conocía tu casa y tu nombre. Por eso te dice: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús”.

Y para que Él cupiera te vaciaste de obstáculos y generosa contestas: “Hágase en mí según tu palabra”

Te abriste al Santo y a lo santo, porque santidad es llegar hasta donde Dios llama y jamás te quedaste corta en la respuesta. Has sabido mantener el sí rotundo a Dios en cada detalle, sin recortes ni condiciones como fruto maduro de cada instante.

Al proclamarte “Llena de Gracia” te constituyesen criatura singular. “Llena de Gracia” “Concebida sin pecado”. Así eras por dentro, aunque tú no te sabías en posesión de tales privilegios. Así despuntas en la raza humana como la “Tierra Nueva” querida por Dios, la “nueva forma de ser” hacia la que miran nuestros ojos.

A ti, pues, podemos levantar nuestros ojos para ver en los tuyos la “causa de alegría”. Hasta ti podemos llevar el corazón roto para repararlo en tu plenitud de gracia.

Virgen de nuestra raza, cercana y humana, haz que nos acerquemos con fe para aprender de ti los caminos de nuestra vida. Tienes muchas virtudes que ofrecernos y muchos rasgos en que imitarte. Vigila Tú nuestro camino, para lograr hacer de nosotros la “Tierra Nueva” que Dios desea.

José Araque, in memoriam.

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